PERÚ · Día 4 de 13 · AMAZONAS
* Al final incluyo recomendaciones sobre qué visitar en Cusco y alrededores.
[21 Abril 2022]
Nos despertamos por última vez en la selva tropical más extensa del planeta, bañada por el río más caudaloso del planeta, conformando en su conjunto uno de los ecosistemas más vírgenes y espectacularmente preciosos del planeta. Vamos, que el Amazonas es «lo más todo» del planeta.
Después de desayunar recordamos al personal de cocina que nos preparen la lunch box apta para celíacos (ya explicamos en la entrada de Iquitos que por cambios de la compañía de vuelos nos tienen que llevar al aeropuerto antes de comer).
Con todas las gestiones hechas, salimos a dar un paseo en kayak para despedir el Amazonas. Como cae lluvia fina, salimos con bañador, chanclas, casaca y nos dejamos la cámara en la cabaña.

A nosotros nos toca un kayak de chapa que compartimos con Edgar, y después de dos horas estamos con agarrotamiento muscular porque el kayak de chapa pesa un quintal más que el de madera. Edgar evidentemente no parece cansarse.
Observamos unas cuantas aves con las que ya estamos familiarizados: papagayos (siempre en pareja), martín pescador, buitres negros abriendo las alas al sol, golondrinas… También disfrutamos con calma de la banda sonora de la jungla: entre múltiples graznidos distinguimos el característico canto del ave Víctor Díaz (cuyo nombre viene de la onomatopeya de sus vocalizaciones, aunque hay que echarle imaginación) y los escandalosos gritos lejanos de los monos tocones.

Al pasar por San Juan de Yanayaco vemos a varios niños entrando en la escuela; parece que esta semana ha venido el profesor. Edgar aprovecha para contarnos que hace un tiempo dos jaguares atacaban a los animales domésticos del pueblo, y que consiguieron acabar con uno.
El jaguar es el mayor félido de América, y el tercero del mundo por detrás del tigre y el león. La deforestación y destrucción de su hábitat natural está haciendo que se acerque más de lo habitual a los asentamientos humanos, y como es normal los habitantes de las comunidades tienden a matarlos por considerarlos peligrosos.

Después de unas dos horas regresamos a la cabaña, donde acabamos de recoger las mochilas, nos duchamos y nos regalamos un último descanso en las hamacas.
El último día te dejan en la mesa un formulario de satisfacción y dos sobres por si queréis dejar propina; uno es para el personal de limpieza y otro para el guía/conductor. Edgar ya nos explicó que a los guías del Muyuna solo se les exigen dos cosas: ser nativo del Amazonas y tener experiencia (saber dónde buscar, facilidad para avistar animales…). Si además tiene la carrera de Biología como es el caso de Edgar, ya es una maravilla.



Recogemos nuestras lunch box y, con mucha pena, nos subimos a la lancha del primer día (intercambiándonos con otro grupo de aventureros que llegan felices y contentos). Edgar nos entrega una especie de diario de observación con los nombres científicos de los animales amazónicos para que marquemos todos los especímenes que hemos visto. Detallazo para un amante de la biología como yo.

Pero Edgar todavía se guarda curiosidades para el camino. Las naciones aborígenes que poblaban las orillas del inmenso Amazonas, lo denominaban «tungurahua», que viene a significar «río rey» o «rey de las aguas». Estos habitantes hablaban lenguas originarias del Amazonas como «kukama» o «yagua».

Sin embargo, el nombre que utilizamos actualmente tiene su origen en los conquistadores españoles. En una expedición liderada por Gonzalo Pizarro (el hermano de Francisco Pizarro) y Francisco de Orellana, los españoles (junto a centenares de indígenas esclavizados a punta de pistola) iban por el río Napo, que es el afluente más grande del río Amazonas. Este les condujo al canal principal, inmenso como el mar y mucho mayor que cualquier río conocido hasta el momento.
Durante dicho viaje, los conquistadores españoles fueron atacados múltiples veces por feroces guerreras amerindias desde la orilla del río. Los españoles pensaron que sus ropajes y su puntería con el arco era muy similar a las guerreras Amazonas de la mitología griega; y esto derivó en el nombre actual del río: el Amazonas.

La embarcación nos deja donde el primer día y de nuevo luchamos por no caernos en la resbaladiza rampa lodosa (esta vez en ascenso). Empacamos todas las maletas con cuerdas al techo de la furgoneta y arrancamos.
Las -inexistentes- leyes de la carretera y la arquitectura de las viviendas son un fiel reflejo del bajo nivel socioeconómico del que hablábamos en entradas previas. Por las selváticas carreteras se entrecruzan los moto-taxis abarrotados, los puestos de jugos, las ofertas de «pollo vivo» (entiendo que así se aseguran de no comprar pollo en mal estado) y los perros callejeros.



Una vez en el aeropuerto toca decir adiós a Edgar, quien se despide con sus frases españoles favoritas: «Ostia», «Joder» o «Está guay». Le damos mil veces las gracias y entramos. El Aeropuerto de Iquitos es pequeño y eso nos viene perfecto para evitar masificaciones y retrasos como en Lima.

Hay un cajero del BCP para sacar dinero y algunos restaurantes si necesitáis picar algo. No vemos nada sin gluten pero no pasa nada, porque en el Muyuna me han preparado un contundente bocata de papa, tal cual suena: una patata hervida partida por la mitad, rellena con palta (aguacate), lechuga y tortilla. Así cualquiera abandona el pan.



Nos despedimos de nuestr@s compañer@s de Badajoz y subimos al avión, que nos regala unas espectaculares vistas del sinuoso río Amazonas y sus inmensos bosques tropicales (estas vistas no las disfrutamos el primer día porque era de noche).
- VUELO IQUITOS-Lima-CUSCO
- Compañía: LATAM.
- Precio: 94€/persona (con maleta de 10 kg y bulto de mano).
- Los vuelos internos pasan por Lima sí o sí.

Nos toca comernos una escala en Lima, así que entre vuelos y controles nos plantamos en Cuzco a las 20:30 horas. Salimos del aeropuerto y tomamos un taxi que nos lleva hasta nuestro alojamiento. Le preguntamos al taxista sobre las huelgas del transporte (para saber si vamos a tener algún problema), pero nos dice que en Cuzco acabaron ayer. «Aquí está tranquilo, míster». Me ha llamado míster, no puede caerme mal este señor.
En el Aeropuerto de Cusco hay una larguísima cola de taxis (piden 30 Soles hasta el centro). Nosotros recomendamos salir del aeropuerto y caminar hacia la gasolinera y el supermercado, que son más baratos (15 Soles hasta el centro). No parecen oficiales porque pocos llevan el cartelito de taxi, pero ante la duda podéis pedir identificación oficial al conductor (nosotros lo hicimos).
A pesar de que los españoles decimos Cuzco, el nombre oficial de la ciudad es CUSCO, que en quechua significa «ombligo»; y es que aquí nació en el siglo XII el Imperio Inca. Los incas consideraban a Cusco el centro del mundo, y fue así como lo convirtieron en su centro administrativo, religioso y cultural.
El siglo XV fue la época dorada de dicho imperio, que ya no solo abarcaba Perú sino también Ecuador, Bolivia y parte de Argentina y Chile. A la entrada de la ciudad (que se ve si se llega en bus) hay una majestuosa estatua de Pachacútec, el Emperador Inca que reinó durante su apogeo. Si no sabéis como llamar a vuestros hijos, los incas os pueden servir como ejemplos originales.
Desgraciadamente, los conquistadores españoles arrasaron el país y gran parte de los incas cayeron bajo el yugo de las epidemias, las armas de fuego y el esclavismo. En 1533 se da por finalizada la conquista del Perú con la llegada de los españoles a la capital del imperio: Cusco. Así es como el Imperio Inca se vio masacrado y sustituido por el Virreinato español.
Por cierto, los historiadores creen que la ciudad original tiene forma de puma, un animal muy venerado por los incas ya que para ellos simbolizaba la sabiduría y es guardián del «mundo de los vivos».
- Alojamiento: TATA Hotel Boutique.
- Reservado con: AirBnB
- Precio: 11,75€/persona. Maravilla de precio, además juraría que incluye desayuno.
- Un punto muy a favor es que se ofrecen a guardarnos las maletas hasta que volvamos de Machu Picchu (siempre es mejor ir con una mochila pequeña, sobre todo si se hace la ruta de caminar, como explicaré en la próxima entrada).
Llegamos al alojamiento reservado donde nos reencontramos entre abrazos y sonrisas con nuestra amiga Mar, que se une al viaje andino. Además me regala un libro top muy coherente con el viaje y con abundante turra de la que me gusta a mí: «Historia contemporánea de América Latina». Mar eres la mejor, pero no eres consciente de las chapas que os vais a comer.
Nosotros no tenemos tiempo de ver Cusco pero Mar sí y está súper satisfecha con el free tour de Cusco, así que lo recomendamos de su parte. Nos dirigimos al restaurante Chicha; otra de las pocas cosas que reservamos con antelación desde España porque se suele petar, ya que está dirigido por un famoso chef peruano, Gastón Acurio, que ha ganado dos Estrellas Michelín (en otros restaurantes).
Chicha Gastón Acurio (Cusco): Es conocido por utilizar siempre productos típicos peruanos y de temporada. El menú degustación cuesta 34€ (teniendo en cuenta el renombre del chef es muy barato, en España costaría cuatro veces más). Están más enterados de la celiaquía que en otros sitios, aunque hay que recordárselo u os pondrán tostaditas en el plato.
El menú incluye combinaciones varias de quinoa, choclo (maíz), huevo, papas, palta, tiraditos (tipo carpaccio), trucha a la sartén, tortellinis de camote (y de otras harinas, porque no son aptos para celíacos); y de postre sorbete de frutas o tarta tres leches (esta última con gluten). Lo dicho, gastronomía peruana a tope; hay que tener en cuenta que usan mucho cilantro y especias.






La pobre Influencer a la Fuga no disfruta de la cena porque es víctima del soroche o «mal de altura andino». Esto es muy típico de Perú porque Cusco está a 3.400 metros de altura y hemos subido desde Lima que está a nivel del mar. El soroche puede producir náuseas, mareos, inapetencia… La solución es evitar comidas copiosas y dormir bien la primera noche para que el cuerpo se adapte a la altura.

Volvemos al restaurante y nos dormimos «al toque», porque al día siguiente nos despertamos a las 5:30 horas para dirigirnos hacia el tesoro mejor conservado del Imperio Inca: el Machu Picchu. «Descansad ahora que podéis», nos hubiera dicho yo, porque nos esperaba un día lleno de curvas, mareos y carreteras cortadas. ¡Pero todo chévere!
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Cosas que ver y recomendaciones para CUSCO y ALREDEDORES:
Consejo de oro: ¡NO SATURÉIS VUESTRAS VACACIONES como hice yo! Si repitiera el viaje, me guardaría dos días para ir y volver al Machu Picchu, y dos días para ver Cusco y alrededores con la calma, porque merece la pena.
La Plaza de Armas de Cusco está repleta de restaurantes, tiendas de souvenirs y casas de cambio, pero tiene mucha historia. En 1781 allí tuvo lugar la ejecución de Túpac Amaru, el cual lideró una rebelión con el fin de abolir los impuestos y la esclavitud ejercida por los españoles. La independencia oficial del pueblo peruano no llegaría hasta 1824, con la llegada del libertador Simón Bolívar.
El Cristo Blanco es como una miniatura del Cristo Redentor (Río de Janeiro). Se encuentra en lo alto de un cerro y las panorámicas de Cusco son bonitas.
Existen muchas ruinas incas aparte del Machu Picchu (aunque es con diferencia la mejor conservada y la más impresionante). Otra muy interesante es Sacsayhuamán, que se puede visitar en una mañana y es la mayor obra arquitectónica que se construyó en todo el Imperio Inca. Un peruano me dijo en 2015 que molaría mucho más que el Machu Picchu si los conquistadores españoles no lo hubieran destruido en busca de tesoros. Allí se celebra todos los 24 de junio una ceremonia-ritual en honor al «Dios Sol» o Inti Raimy, que en la actualidad debe ser rollo festival con danzas y macro botellón.
Se pueden contratar excursiones desde Cusco para ver el Valle Sagrado de los Incas, que incluye visita a varios lugares de valor arqueológico como Pisac, Urubamba u Ollantaytambo. Hay que ir con taxista o con tours; no recomiendan a nadie ir por su cuenta porque puede ser peligroso.
Otra excursión maja es la visita a la Laguna Humantay, un impresionante lago turquesa a 4.200 metros de altura y que prácticamente es un paseo, ya que solo hay 300 metros de desnivel. Nosotros la descartamos a favor de la Laguna 69, que está en plenos Andes y es una excursión bastante más exigente; pero en perspectiva, teniendo en cuenta la distancia y el tiempo que nos llevó ir a Caraz, creo que Humantay tiene muy buena relación calidad/precio.
Finalmente voy a mencionar la Montaña de los Siete Colores porque es muy famosa, pero la gente nos comentaba que está abarrotada y que nada tiene que ver con las fotos. Desde el punto de vista geológico me atrae, pero había que elegir y personalmente no creo que esté entre los TOP de Perú. Se puede contratar como excursión de un día desde Cusco.
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