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Etapa 4. De TRIACASTELA a SARRIA por la variante de SAMOS. Monasterios, bosques y rodilleiras.

CAMINO DE SANTIAGO · Día 5 de 10
Etapa 4: De Triacastela a Sarria, por Samos (25,1 km) 

[23 Noviembre 2021]

¡Otro nuevo día para el peregrino! Nos desperezamos un poco y por la ventana se vislumbra un día bastante despejado. ¿Qué más se puede pedir? Pues unas rodillas más estoicas, porque a Marcos y a mí ya nos da algún que otro pinchazo al salir de la cama. Así que, a la rutina mañanera del peregrino, añadimos una toma de Ibuprofeno y crema con antiinflamatorios naturales (que no hizo gran cosa, la verdad). La parte del reposo va a ser imposible cumplirla.

Desayuno sin gluten en el Complexo Xacobeo.

Acto seguido desayunamos en nuestro sitio preferido de Triacastela: el Complexo Xacobeo, donde ya sabemos que hay opciones sin gluten. Por 3,10€ nos sirven unos tazones de café con leche y tostadas con mermelada, mantequilla, tomate y aceite.

Saliendo de Triacastela.

Antes de salir de Triacastela tenemos que elegir por dónde continuamos: la variante norte, que pasa por SAN XIL (más corta, 18 km) o la variante sur, que pasa por el Monasterio de SAMOS (unos 24-25 km). Como no nos gusta dejar las cosas a medias, nos lanzamos a por la segunda.

Hace fresquete pero no llueve ni nieva, así que no vamos con tantas capas como el día anterior. El Camino nos conduce bordeando la carretera junto al río Oribio, que posteriormente confluirá con el río Sarria. El tedio del asfalto queda eclipsado por las mil tonalidades de verdes, naranjas y amarillos que nos regalan los frondosos bosques de ribera.

Nos vemos obligados a hacer alguna que otra parada de semi-despelote entre robles y castaños para masajear un poco las rodillas lesionadas. Parece mentira que seamos montañeros, menudos viejos estamos hechos. Muy a mi pesar, me resigno a dejar de trepar y correr de aquí para allá para hacer fotos.

Nuestra primera parada es SAN CRISTOVO DO REAL (km 4,3), cuya entrada exige un pequeño desvío hacia la derecha.

Entrada a San Cristovo do Real.

Es una maravilla ver cómo comulgan naturaleza y construcciones en las aldeas por las que transcurre el Caminho; es como viajar en el tiempo. La pequeña localidad de San Cristovo do Real se encuentra dividida en dos por el río. Da cobijo a unos 40 habitantes y destaca su Parroquia del siglo XVII.

Parroquia de San Cristovo do Real.

La ruta continúa por un puente que pasa por encima del río (ya no es el Oribio sino el Sarria) y, tras dejar a la izquierda un cementerio, nos conduce hacia un bosque de castañeiros que está en todo su esplendor otoñal, con el suelo repleto de una cobertura de hojas húmeda y tierna (perfecta para amortiguar nuestras rodillas) y un festín de castañas y avellanas para las ardillas.

La atmósfera de los bosques de castaños y avellanos es envolvente; no me extraña que Galicia sea una tierra tan rica en mitología y folklore.

Llegamos a Renche (5,7 km), donde se puede acortar por carretera siguiendo el Caminho para ciclistas. Nosotros nos dejamos seducir por el encanto de los senderos rurales y trazamos eses hasta cruzar Lastres (6,1 km), Freituxe (7,3 km) y San Martiño do Real (8,5 km).

San Martiño do Real.

En SAN MARTIÑO DO REAL destaca un templo románico del siglo XII con sus característicos tejados de pizarra. A partir de este punto comenzará un descenso sinuoso y pronunciado hasta llegar a Samos, obteniéndose una bonita panorámica de su llamativa abadía escondida entre los montes arbolados.

El dolor de rodilla durante los tramos en descenso convierte a Marcos, siempre jovial y dicharachero, en otra persona silenciosa y pesimista que bautizamos como «Sad Marcos».

Bosques galegos que parecen del Jurásico.
Panorámica del Monasterio de Samos.
Mano de surfer pues porque sí.
A Cerca.

Los paisajes naturales que nos rodean son como siempre una maravilla para los sentidos, pero estos peregrinos ya solo piensan en desayunar. Conforme nos acercamos a Samos se observa una muralla del siglo XVII conocida como «A Cerca».

Llegada a Samos.

Sobre el kilómetro 10 llegamos finalmente a las primeras casas de SAMOS. Mientras descendemos sus largas cuestas vemos multitud de servicios para peregrinos: hostales, restaurantes, farmacias, supermercados, bares…

Monasterio de Samos.

Sin duda alguna, el punto de álgido de la localidad es el MONASTERIO DE SAMOS, fundado en el siglo VI (aunque sufrió modificaciones hasta XVIII). Esta abadía ha sido hogar de monjes benedictinos (de la Orden de San Benito, Italia) durante 1.500 años y lo sigue siendo en la actualidad. De hecho, «sámanos» es una palabra sueva (pueblo germánico) que significa «hogar de monjes» y derivaría posteriormente en Samos, nombre de la localidad.

No sé cómo será la variante norte, pero la variante sur merece mucho la pena solo por poder contemplar la majestuosidad del Monasterio que se alza sobre el río Sarria. Se puede visitar el recinto por 5€ (nosotros no lo hicimos).

Cómo no, el Monasterio de Samos también tiene sus tejados de pizarra.

¡Hora de desayunar! Después de pasar un rato maravillándonos con las vistas desde el puente entramos en el Bar Abadía, que se encuentra tras cruzar el río a la izquierda. Recibimos el chute de glucosa que necesitábamos, y con opciones para celíacos.

La muchacha del bar (y un par de señoras muy majas que se unen a la conversación) nos advierten de que entre Samos y Sarria es posible que no encontremos sitios para comer, así que decidimos hacer lo que nos queda del tirón.

Bar Abadía (Samos): Tienen magdalenas y tarta de Santiago sin gluten. Súper barato y servicio muy amable.

Para quien recorra Samos con menos prisa que nosotros, también está la Capilla del Salvador y un ciprés milenario del cual se dice que «En Samos, quien abraza el ciprés, termina el Camino sin mal de pies».

Monumento al Peregrino.

Cruzamos Samos por la avenida principal y hacemos una breve parada a la salida, junto al Monumento al Peregrino, para comprar rodilleras (para nosotros, rodilleiras) en la farmacia. La patata caliente de la rodilla fastidiada pasa de Marcos, cuya rodilleira le ha hecho magia, al celíaco, que empieza a depender del bastón en las bajadas.

Nos adentramos de nuevo en los frondosos y exuberantes bosques lucenses: robledales y castañeiros, rampa arriba y rampa abajo. A pesar de las pendientes nuestras rodillas agradecen el terreno mullido. «Andar sobre la mierda es andar sobre las nubes», dice Marcos en un tramo donde han debido pastar unas vacas.

Al emerger de los bosques el viento pega fuerte. Nos encontramos a un anciano de cara colorada y boina paseando con su perro, que trota de aquí para allá con energía. El señor nos regala una amplia sonrisa cuando nos ve ponernos los abrigos. «¡Ome claru, cuando hace frío ni os passarinhos cantan!».

Continuamos alternando bosques de robles y castaños, prados, arroyos y pistas rurales («corredoiras») mientras atravesamos pequeños núcleos rurales como Teiguín (11,7 km), Pascais (13 km) o Gorolfe (14,9 km).

Pequeño descanso.

A las 2 y media de la tarde nos entra el apetito y hacemos una pequeña parada para comer picos de pan sin gluten con quesos que nos sobraron de la cena de ayer. ¡Aquí no se tira nada!

Continuamos bordeando el río Sarria por su margen derecho, de nuevo con los paisajes fluviales de ribera. En menos de lo que se tarda en jugar un abecedario y atravesando Aguiada (20,2 km), punto en el que la ruta confluye con la variante de San Xil, unas cabras sarrianas muy sociables nos dan la bienvenida a la ciudad.

Bienvenido, peregrino.

Bueno, ¡pues ya estamos en SARRIA! Son las 3 y media de la tarde y estamos muertos de hambre (en horario de comidas somos peregrinos regulares), pero tenemos que pasar primero por el albergue. La mujer, muy maja, nos conduce amablemente a nuestra habitación, que de nuevo se compone de unas 10 literas solo para nosotros cuatro debido a la pandemia. «Si necesitáis cualquier cosinha me decís». Es que con esos diminutivos es imposible que te caigan mal los gallegos.

  • Albergue Oasis (Sarria): 15€/persona, aunque si necesitáis sábanas son 2€/persona aparte. La habitación tiene taquillas individuales. Los bastones y las botas se dejan abajo.
Pequeña parada técnica para los rodilleiros.

Con muchos menos kilos a las espaldas, entramos al primer restaurante que vemos abierto: el Restaurante O Descanso. Opción muy buena para celíacos. Nos pedimos un menú del peregrino contundente a base de patatas a la riojana (nos sacan un pozal enorme que nos cuesta finalizar, pero lo conseguimos) y un revuelto de salchichas con huevo.

Restaurante O Descanso (Sarria): Menú del Peregrino por 10€, rico y muy abundante. Tienen un pan redondo sin gluten muy crujiente y sabroso.

O Descanso.

La verdad que la lluvia fina y los estómagos llenos invitan a echarse un sueñecito, pero sabemos que mañana por la mañana no invertiremos tiempo en turismo así que, mientras Marcos y Laura se escapan para una buena siesta, nosotros nos tomamos un cafecito con leche para espabilarnos y nos dejamos perder por Sarria.

Influencer a la Fuga en Sarria.

Mi rodilla y mi determinación se pelean porque el centro histórico de Sarria se encuentra en la parte más alta de la localidad, pero allá que vamos.

Sarria tiene unos 14.000 habitantes y es el punto de inicio para todos los peregrinos que solo quieren hacer los últimos 100 km del Camino de Santiago francés (a partir de esa distancia ya te dan la Compostela).

Iglesia Santa Mariña de Sarria.

De entre sus múltiples parroquias destaca la IGLESIA SANTA MARIÑA DE SARRIA, situada en plena Calle Mayor (imposible perderse) y construida en 1885 sobre un antiguo templo románico del siglo XII.

Campanario de Santa Mariña de Sarria.

Conforme cae el atardecer la silueta de su campanario destaca entre todos los edificios de la zona histórica. Hacemos un intento de entrar para sellar nuestras credenciales pero hay catequesis así que nos vamos para no molestar.

Mirador de Sarria.

Paseando vemos también:

  • La IGREXA DE SAN SALVADOR. Construida en el siglo XII; no es tan llamativa como la anterior.
  • La FORTALEZA DE SARRIA: Construida entre los siglos XII y XV, actualmente se conserva solo un torreón, ya que sufrió muchos daños durante la «Gran Guerra Irmandiña», una revuelta social que hubo en Galicia en el siglo XV en un contexto de peste, malas cosechas y recaudaciones abusivas por parte de la nobleza gallega.
  • La ANTIGUA PRISIÓN. Fue prisión preventiva entre 1930 y 1950, y es centro cultural en la actualidad. Colindante a la misma hay un mirador panorámico de Sarria. La cárcel es el punto de partida para la siguiente etapa del Caminho.
Peregrino, sigue la flecha.

Habiendo visto los puntos de interés, volvemos sobre nuestros pasos; esta vez en descenso. Salimos del casco histórico de Sarria (que es precioso y más al atardecer) y cruzamos el puente sobre el río Sarria, donde se congregan multitud de patos y cisnes.

Centro histórico de Sarria.

La localidad alberga también multitud de centros de fisioterapia, quiropráctica, masajes, etc.; sin duda un nicho enfocado en caminantes. Es llamativo porque las farmacias suelen tener zonas dedicadas a peregrinos con rodilleras, cremas, vaselina, antiinflamatorios y un largo etc. Nosotros compramos Voltadol, a ver si hace más efecto que la crema natural.

Empieza a llover y ya casi es de noche así que volvemos al albergue (de nuevo en la parte baja de Sarria), nos damos una ducha vigorizante, descansamos un rato y salimos a cenar.

Cena sin gluten en el Parisien.

Llamando por teléfono encontramos dos sitios cercanos al albergue para cenar sin gluten: el Adarve y el Parisien. Vamos al segundo, donde hay un ambiente bastante animado pero estamos destrozados así que nos tomamos una cerveza, cenamos y a descansar.

Bar El Parisien (Sarria): Opciones sin gluten y cerveza.

¡A dormir, viejóvenes!

***

>> Etapa 5. De SARRIA a PORTOMARÍN. El ecuador de nuestro peregrinaje y una aldea inundada.

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