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El sudeste islandés: hielo, hielo y más hielo. Glaciar VATNAJÖKULL, laguna JÖKULSÁRLÓN y VESTRAHORN.

ISLANDIA · Día 4 de 11 · SKAFTAFELL Y ALREDEDORES II
De Skaftafell a Djúpivogur (246 km)

[28 Septiembre 2019]

Nos despertamos con las magníficas vistas montañosas que ofrece el camping de Skaftafell y desayunamos cobijados en la camper, protegiéndonos del frío mañanero que es como un guantazo en la cara pero, eso sí, mano de santo para espabilarse.

Las previsiones climáticas de hoy son muy buenas, lo cual nos viene perfecto para el hiking por el glaciar que tenemos reservado a las 9 de la mañana.

  • Excursión: HIKING GLACIAR VATNAJÖKULL
  • Reservado con 2 meses de antelación en la web guidetoiceland.is
  • Precio: 80€/persona.
  • Duración: Unas 3 horas (si excluimos autobús y caminata, el hiking dura algo más de una hora).
  • Recomendación: Llevarse botas de caña alta o tendréis que alquilarlas.

El punto de salida se encuentra a 5 minutos del camping en coche y la compañía encargada se llama Troll Expeditions. Allí nos dan casco, arnés, bastones y crampones; nos presentan a nuestro guía y nos separan por idioma. Es obligatorio calzar botas de montaña de caña alta; si son de talón te hacen alquilar unas para poder utilizar los crampones (por unos 8€). Tras 15 minutos de minibus y otros 20 de caminata —en los que nos explican cómo se ponen los crampones y cómo hay que pisar— llegamos a la base del glaciar.

A la fuga en Vatnajökull.

El VATNAJÖKULL («glaciar del agua») es el glaciar más grande de Islandia y en volumen también de Europa. En extensión ocupa el segundo lugar (8200 km cuadrados), siendo superado únicamente por el Austfonna (Noruega); pero ya comentamos que está en retroceso debido al cambio climático.

También ha sido escenario de múltiples series y películas, como la zona de Más Allá del Muro donde los Caminantes Blancos hacen de las suyas en «Juego de Tronos» (en mi opinión una pena cómo fueron llevadas las dos últimas temporadas; lástima que se les diera más prioridad que a los libros).

Nuestro guía es Nicco, un tío muy salao que trabaja como guía montañero entre Islandia y Groenlandia, y a su vez le encanta veranear en Baleares (hombre de contrastes).

Bajo las capas de hielo de este glaciar se oculta el volcán Bárðarbunga, que no entraba en erupción desde 1910, hasta que en verano de 2014 despertó provocando varios terremotos y obligando a la evacuación de la zona. Se temió que sus humaredas volcánicas acabaran paralizando el tráfico aéreo como ocurrió en 2010 con el Eyjafjallajökull, pero la cosa no fue a más.

Nicco al borde del vacío.

La gente que convive con los glaciares ya está acostumbrada al retroceso de los mismos dado que nos encontramos en un periodo interglaciar, pero Nicco deja patente que el proceso se está acelerando a ritmos agigantados durante las últimas décadas. Las montañas colindantes tienen marcas que indican que hasta no hace mucho estuvieron cubiertas por el hielo.

Comparativa del Vatnajökull entre 1982 y 2017 (no es la zona que nosotros visitamos). Luego los negacionistas dirán que el cambio climático no existe…

Como comento en todas las entradas de Islandia (por si a alguien se le olvida), se espera que a este ritmo en 200 años hayan desaparecido todos los glaciares del planeta, como ocurrió con el glaciar islandés Okjökull en 2014. Que desaparezcan los glaciares no solo nos debe preocupar a nivel turístico pues intervienen a múltiples niveles en nuestro planeta: nivel y salinidad de las aguas, el clima, el ciclo del carbono…

Líneas estacionales.

También nos explica que cuando hay agujeros en el glaciar se pueden apreciar líneas claras y oscuras que representan diferentes periodos estacionales. Los estratos más claros corresponden al verano por su mayor concentración en oxígeno, y los más oscuros a invierno debido a una cantidad de hielo mayor y más compacta. De esta forma se puede estimar aproximadamente la edad de la capa de hielo que estamos viendo; que en el caso de este agujero glaciar era de unos 200 años.

Celíaco resignado en busca de alimento sin gluten.

Nicco nos va guiando en fila y la verdad es que con los crampones es muy fácil desplazarse. Hay que pisar siempre en vertical y clavar bien los pies. No nos deja desperdigarnos pero hace varias paradas (en zonas más bien llanas) para que exploremos. A todo esto, en nuestro grupo somos una docena de españoles y tenemos todo el glaciar para nosotros.

En temporada de invierno (de noviembre a marzo aproximadamente) se ofrecen tours a las cuevas de hielo que se forman debajo del glaciar por el paso del agua. Tiene que ser una pasada pero hay que estar preparad@ para desembolsar unos 200€/persona. El resto de meses no están accesibles porque con el calor y el deshielo se pueden hundir y es peligroso.

El majestuoso Vatnajökull.

Cuanto más nos adentramos en el glaciar el paisaje es más increíble. Es una maravilla encontrarse en las alturas de este paisaje helado, cuya estimación de vida lo condena a desaparecer.

Nicco nos anima a probar el agua fresca que discurre en forma de riachuelo por alguna zona del glaciar, lo cual se agradece porque hace solazo y con todas las capas impermeables que llevamos estamos «afogaos», como se dice en Aragón. Igual es porque estoy en medio de un glaciar en Islandia y soy incapaz de ser objetivo, pero me parece el agua más pura y sana que he probado nunca.

Aquí se aprecia el cambio brusco entre lo que es el glaciar, y lo que fue en el pasado. La base de las montañas colindantes (color marrón) estuvieron cubiertas por hielo hace no mucho; y las zonas más elevadas (donde empieza a crecer vegetación verdosa) lo estuvieron hace más tiempo. Al fondo se ve un lago glaciar como resultado del deshielo.

Es cierto que el hiking como tal dura apenas una hora (pues las tres horas estimadas incluyen el bus y la caminata de ida y vuelta), pero en mi opinión merece la pena. Que nadie se espere que lo metan kilómetros dentro del glaciar; es una excursión sencilla.

Recomendamos encarecidamente reservar a primera hora de la mañana porque en nuestro regreso nos cruzamos con unos cuantos grupos y, seamos realistas: un glaciar se disfruta mejor a solas que con decenas de personas en medio del paisaje helado.

La caminata en sí también es preciosa. Contrastes.

Durante el regreso en el minibus nuestros compañeros españoles nos enseñan unas fotos bastante chulas de las auroras de la noche anterior. Nos sorprendemos de lo verdes que se ven, cuando a nosotros nos costaba diferenciarlas en el cielo; los tiempos de exposición ayudan mucho. ¡No preocuparse! Las auroras son una mezcla de clima, suerte y paciencia; nuestro momento top boreal llegaría pronto.

El bus nos deja en el punto de partida, nos despedimos del simpático staff de Troll Expeditions y arrancamos de nuevo rumbo a Jökulsárlón para hacer el tour por la laguna que no pudimos hacer el día anterior por los ya mencionados vientos huracanados islandeses. Hoy el clima es más sosegado y disfrutamos con calma de las preciosas carreteras.

Hermosa Jökulsárlón.

Llegamos con tiempo de sobra para tomarnos un café (350 ISK) antes de que empiece el tour en zodiac por la laguna JÖKULSÁRLÓN.

  • Excursión: TOUR EN ZODIAC EN LAGUNA JÖKULSÁRLÓN
  • También la reservamos con guidetoiceland.is
  • Precio: 80 €/persona.
  • Duración: 1 hora.
  • Recomendación: Ir bien abrigado y con funda impermeable para la mochila. Quizás no apto para gente que se marea fácilmente.
  • Existe una alternativa más barata (45€) que es ir en barco anfibio, pero se acerca menos al glaciar de la laguna.

A pesar del sol y de las múltiples capas impermeables que llevamos, nos dan un mono ultra-grueso rollo Capitán Pescanova porque cuanto más nos adentramos en la laguna el frío y el viento se hacen más intensos. También nos recomiendan proteger nuestras cosas del agua; aquí es donde estrenamos la funda mochilera que compramos en Decathlon.

Nos acompaña una familia india de clase alta muy alborotada que no deja en paz al pobre guía y acaban retrasando la salida media hora («este mono no me va bien, déjame cambiarlo, espera que me pongo el de antes, espera que le digo a mi marido que se cambie también el suyo, haznos una foto, deja subir a nuestro guía privado, a mí me gusta más delante, quítate y déjame al lado de mi amiga…»).

El guía nos pide por favor que nos pongamos en la proa de la barca (la parte frontal) para que todo el mundo esté satisfecho. En la proa hay mucho más bamboleo y se nota más el viento: no recomendable para gente que se marea fácil, súper recomendable para quien le guste la aventura (nosotros lo disfrutamos como enanos). Eso sí, hay que sujetarse fuerte a las cuerdas de la barca para no caer al agua y morir por hipotermia.

Glaciar Vatnajökull.

Con la zodiac nos acercamos a gran velocidad hacia el glaciar que se ve al fondo de la laguna, que no es otro que Vatnajökull. Los icebergs que flotan son fragmentos del mismo que se van desprendiendo; de modo que la laguna crece en tamaño conforme al glaciar le ocurre lo contrario.

Nuestro guía nos explica que en el hielo se pueden diferenciar tres colores: blanco (cuando el agua se congela quedan atrapadas burbujas de aire que reflejan todos los colores de la radiación solar), negro (por la ceniza proveniente de los volcanes del Parque Nacional Vatnajökull) y azul (cuando el hielo es más compacto, quedan atrapadas menos burbujas de aire y esto permite el paso de la radiación solar, de forma que el hielo absorbe varios colores y refleja el azul, que es el que vemos).

Nos vamos acercando al glaciar y la laguna es increíblemente enorme, mucho más de lo que pudiera parecer desde la orilla. El viento también se hace notar muchísimo más que en tierra firme y el abrigo Pescanova se hace muy necesario.

Llega un momento en que el viento zarandea demasiado la embarcación y el guía detiene la zodiac para no acercarnos demasiado al glaciar porque puede resultar peligroso; pero navegando entre corrientes ventosas acaba encontrando una zona tranquila. Normal que cancelaran el tour del día anterior porque hubiera sido imposible controlar la barca. Por cierto, recomendable llevar cacao para los labios.

Tonalidades blancas y azules.

Cuando no hace mucho viento se pueden ver focas tomando el sol en la superficie de los icebergs; aunque no es nuestro caso, sí se las ve nadando junto a las gaviotas en las cercanías de la orilla. Regresamos al punto de partida, el tour en zodiac dura aproximadamente una hora.

¿Merece la pena? En mi opinión es prescindible teniendo en cuenta lo caras que son las excursiones en Islandia. Si tuviera que elegir me quedaría sin duda alguna con el hiking por el glaciar, pero para gustos colores; creo que es algo muy personal en relación a las expectativas que te generas previamente.

Jokulsárlón.

Se acerca la hora de comer y sabemos dónde queremos ir, así que seguimos conduciendo por la RingRoad con un clima más que favorable. Una vez pasas de Jökulsárlón hacia el este hay menos turismo y se conduce con muchísima tranquilidad. Tras una hora de viaje llegamos a Höfn. Este puerto pesquero tiene unos 1.600 habitantes, nosotros solo estamos de paso.

Aprovechamos para repostar en una gasolinera Olis (1,7€/litro) y de paso comprar en el Netto.

IMPORTANTE: ¡Hay que repostar y comprar comida antes de los fiordos del este que son zona muy despoblada!

Después aparcamos en Kaffi Hornið, un restaurante de madera cuyas hamburguesas de reno tienen muy buena fama. Al parecer las cocinas de los restaurantes islandeses tienen horarios muy amplios, así que puedes llegar a las 4 de la tarde y comer de menú si quieres. Resulta que no quedan hamburguesas de reno, pero nos atiende un murciano muy simpático que se está sacando unas oposiciones mientras aprende inglés en el país. «Los islandeses son así, no se dan cuenta de que falta algo hasta que se ha gastao», dice.

Hamburguesacas Kaffi Hornid.

Pedimos unas hamburguesas no-de-reno que resultan ser de varios pisos y gigantescas (se salen del plato), acompañadas de unas patatas fritas. La mía la pido sin pan.

Kaffi Hornid: Están bien informados sobre celiaquía y contaminación cruzada pero no siempre tienen pan sin gluten.

Las comida nos sale por 7500 ISK (26€ cada hamburguesa y 3€ una pepsi, el agua siempre va incluida). Carísimo, sí, pero nos queríamos dar un capricho entre tanto sándwich de embutido. Antes de despedirnos, nuestro amigo murciano nos da unas cuantas recomendaciones de viaje. ¡Rumbo hacia Vestrahorn!

Caballos vestrahornenses.

Veinte minutos de coche nos separan de nuestra próxima parada; eso sí, por carreteras de grava, curvas y cambios de rasante. Comienza a atardecer cuando llegamos a la pequeña PENÍNSULA DE STOKKSNES.

Aparcamos en el Viking Café, donde tienes que pagar a una señora 900 ISK/persona para que te dé una tarjeta y así poder ver la zona.

Al ser una propiedad privada, han clavado un lector de tarjetas que te abre la verja cuando pasas con el coche. Aunque el paisaje es una preciosidad, el precio me parece desorbitado y al parecer lo van subiendo cada año (en 2016 eran 600 ISK). Comprendo que el turismo requiere mantenimiento, pero subir anualmente el precio por pasar una valla y acceder a una playa con vistas (preciosas, eso sí) me parece excesivo.

Dunas en Vestrahorn.

Con la tarjeta tienes acceso a dos sitios. Primero, un set de filmación que recrea un poblado vikingo que al parecer construyeron para una película y al final no se utilizó. La gente dice que está muy deteriorado, por lo que decidimos no ir. Aunque el poblado vikingo es «de mentira» tiene su base histórica, pues algunos de los primeros asentamientos vikingos se instalaron en esta península.

En segundo lugar te permite recorrer una pequeña carretera a cuyos lados hay caballos, dunas, humedales, playas y VESTRAHORN, también conocida como «la Montaña Espejo» debido a que se dibuja en el agua cuando la marea acompaña (no es nuestro caso). En definitiva, muchos parajes bonitos con los que quedarse embelesad@.

Aunque no tenemos la suerte de observar la Montaña Espejo reflejada en el agua, disfrutamos de buena gana del paisaje. La playa de dunas es muy fotogénica y el atardecer es ESPECTACULAR. Al principio hay bastante gente pero conforme anochece nos vamos quedando solos.

Exploramos la zona (caminando un rato se puede llegar a zonas rocosas de la playa donde se pueden avistar focas, aunque no es nuestro caso) y hacemos un poco el cabra mientras el cielo se tiñe de mil colores. Y cuando llega la hora de irnos… ¡la sorpresa del día! Nuestra casa-cama-cocina se nos ha quedado atascada en la arena. Habíamos aparcado al lado de otros dos coches, pero al parecer nuestra zona es más profunda y la camper se ha hundido.

Pues nada, nunca es tarde para aprender a sacar un coche atascado. Con ayuda de Google, cuatro piedras para hacer tracción y dos hombres que pasan por ahí y me ayudan a empujar mientras Influencer a la Fuga tira de embrague marcha atrás, conseguimos sacar nuestro coche de la arena. Mil gracias, buena gente. Lo que no nos pase a nosotros…

Vestrahorn sin espejo.

Entrada la noche (serán las 8 de la tarde) arrancamos hacia Djúpivogur, donde pretendemos dormir para quitarnos hora y media de recorrido del día siguiente. Con excepción de un par de camiones y algún coche ocasional, la carretera es prácticamente para nosotros; así que conducimos tranquilamente con buena música ambientando el viaje.

Creemos que vamos bordeando el mar pero está todo oscuro así que no lo sabemos. A ratos el viento islandés zarandea un poco nuestra camper pero ya nos vamos acostumbrando. Encontramos alguna caravana durmiendo en zonas de descanso anexas a la carretera.

Finalmente llegamos a DJÚPIVOGUR, un pequeño pueblo pesquero que recorremos de cabo a rabo hasta que encontramos su camping. El camping no nos convence: es un descampado y el precio no incluye duchas, lo cual consideramos indispensable. Como estamos en modo «free campers», Influencer se estudia Google Maps y se le ocurre que en el puerto podemos hacernos un huequito.

Es así como llegamos a unas esculturas de huevos de aves conocidas como Eggin í Gleðivík; aparcamos junto a dos caravanas que también han decidido pasar la noche allí. Zona muy tranquila, apartada del pueblo y con el agradable sonido del mar de fondo. ¡Ah! Y maravillosa para desayunar al día siguiente. El pronóstico de auroras está un poco dudoso así que nos ponemos el despertador varias veces durante la noche, pero no tenemos éxito. La caza de auroras se está convirtiendo en una obsesión.

¿Ves auroras? ¡Dios, hace un frío del carajo! ¿Nos multarán por dormir aquí? ¡¿Por qué no va la calefacción?! ¿Sigue sin haber auroras? ¡La leche, qué bonito es Islandia! ¡A dormir, pues!

***

>> FIORDOS DEL ESTE y MÝVATN. Ovejas, montañas, volcanes y auroras boreales.

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