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LISBOA Parte II. Donde el Tajo se funde con el mar: el Barrio de Belém.

PORTUGAL · Día 2 de 6 · LISBOA

[14 Julio 2019]

Comenzamos la mañana desayunando en Zarzuela, una panadería-pastelería con muchísimos productos sin gluten encontrada por Influencer a la Fuga en la Rua Bernardino da Costa. Rico y barato: por 12€ compramos dos cafés con leche, dos arrollados de jamón y queso, un Pastel de Belém, un croissant de chocolate y otro de jamón y queso (aprovecho para pillar desayuno gluten-free para el día siguiente).

Casero y sin gluten: el paraíso.

Zarzuela (Lisboa): Totalmente recomendable para celíacos: barato, personal muy amable y mucha variedad (todavía salivo cuando recuerdo la vitrina). También tienen área restaurante. Además fue el único sitio que encontramos con opción sin gluten de los famosos Pasteles de Belém, pequeños hojaldres de crema muy típicos de Portugal.

Después ponemos rumbo al BARRIO DE BELÉM. Aunque se puede llegar en transporte público, decidimos coger un Uber para optimizar la mañana; el transporte en coche serían unos 15-20 minutos.

En Portugal nunca sabes si comunicarte en español o en inglés; es cierto que el portugués es más o menos intuitivo si hablan despacio, pero tampoco diría que «es muy fácil». A nivel general nos pedían que habláramos en inglés, pero nuestro simpático conductor se ríe cuando le digo «Hi». «¡Háblame en español, si me hablas despacio yo te entiendo!». El amigo se declara fan acérrimo de la música gitana española, esperando –sin mucho éxito, el pobre– que también fuéramos seguidores de Los Chichos, Camela, Andy y Lucas, Ketama…

Nos deja a las puertas del MONASTERIO DE LOS JERÓNIMOS.

  • MONASTERIO DE LOS JERÓNIMOS
  • Precio: 10€/persona. Se compra en una caseta en la acera de enfrente. Creemos que hacen descuento con Carné Joven, cosa que no aprovechamos. También pregunto sobre un supuesto combo de 12€ que incluye Monasterio y Torre de Belém, pero me dicen que ya no está disponible.
  • Duración: Una hora u hora y media con tranquilidad.
  • Existe una tarjeta llamada Lisboa Card que cuesta 20€/persona y dura 24 horas. Nosotros, y esto es una opinión personal, no la recomendamos porque no da tiempo a amortizar los descuentos que incluye, y si tenéis Carné Joven os harán descuento en la mayoría de sitios.

Como vemos una cola larguísima al llegar, decidimos dividirnos: yo voy a por las entradas e Influencer a la Fuga se queda guardando sitio mientras mujeres de etnia gitana intentan venderle colgantes y otros abalorios hechos de corcho. Total, que un señor muy majo se nos acerca (nos debe ver cara de que no sabemos dónde estamos) y nos señala otra entrada para ir al Claustro, pues la cola es para la Iglesia. El Claustro está lleno de gente pero la verdad, es una maravilla.

Monasterio de los Jerónimos. Piso superior.

El Monasterio de los Jerónimos es de estilo manuelino, un tipo de arquitectura portuguesa que mezcla elementos góticos y renacentistas –estilo que también puede observarse en la Torre de Belém. Todos los elementos arquitectónicos están colmados de grabados y figuras talladas; como vamos por libre nos quedamos sin conocer los simbolismos ocultos entre tanto detalle (hay iconos marítimos, religiosos…).

El Monasterio se construyó en el siglo XVI en honor al regreso de Vasco de Gama, explorador portugués que había comandado una expedición a la India; la que sería la travesía oceánica más larga hasta ese momento.

El lugar debe su nombre a la Orden de San Jerónimo, cuyos monjes fueron escogidos para habitar el complejo una vez construido, donde orarían para guiar a los exploradores en sus rutas marítimas y evidentemente a los monarcas en sus políticas. Así pues, tanto la construcción como la función del lugar son una oda al expansionismo portugués en la «Era de los Descubrimientos».

El complejo tiene dos plantas; es enorme y merece la pena observarlo desde todos los ángulos, una preciosidad. En el piso superior hay una sala bastante densa sobre la historia de Portugal. Alberga tumbas de portugueses importantes: Pessoa (el escritor), Vasco de Gama (el explorador que viajó a la India), varios monarcas portugueses (entre ellos Sebastián, el Rey que murió en la batalla contra los marroquíes en Alcazarquivir)…

Lo dicho, una preciosidad.

No solo el Monasterio; todo el Barrio de Belém es un reflejo de la época dorada de Portugal, pues la desembocadura del río Tajo en el marque nace en la provincia de Teruel, siendo el río más largo de la Península Ibérica– era el sitio desde el que partían los navíos en busca de nuevas tierras para anexar al país. La zona alberga unos cuantos museos interesantes y seguro que muchos sitios donde probar los Pasteles de Belém (para quien tolere el gluten). Caminamos tranquilamente por por el paseo marítimo, rumbo a nuestra siguiente parada.

Pateando el paseo marítimo.

Tras 15 minutos llegamos a la TORRE DE BELÉM, probablemente el icono más conocido de Lisboa y sin duda uno de los más importantes de Portugal. Otra construcción manuelina del siglo XVI. Nos toca comernos unos 30-40 minutos de cola porque es domingo de julio y todo el mundo ha pensado que era buena idea venir aquí hoy. Cada turno entran 120 personas: primero pasan los que tienen la Lisboa Card –que siempre entran primero aunque hayan llegado más tarde– y luego rellenan con el resto de los mortales.

  • TORRE DE BELÉM
  • Precio: 6€/persona. Se compra tras hacer cola y pasar el puente.
  • Duración: En menos de una hora se puede ver, nosotros siempre nos entretenemos.
Torre de Belém al nivel del mar (digo del Tajo).

La Torre de Belém es como las abuelas; lo mismo te vale para un roto que para un descosido. Funcionó como fortaleza defensiva –aprovechando su posición a la entrada del estuario para evitar la entrada de barcos enemigos al Tajo–, como prisión –alojó hasta un centenar de presos políticos–, como faro y finalmente como centro aduanero para recaudar impuestos.

Al mar, decía Manel.

El edificio consta de cinco pisos a los que se accede por una estrecha escalera de caracol; para moverte de un piso a otro tienes unas luces tipo semáforo que se ponen de color verde o rojo para evitar que colisionen los que suben con los que bajan. La gente normalmente empieza de arriba a abajo; nosotros lo hicimos al revés por casualidad pero nos permitió aislarnos de las masas. Como todo, la terraza superior se disfruta bastante más cuando no está llena de gente.

Bailando en la Torre de Belém.

Por las fachadas se pueden observar elementos religiosos (santos, cruces) y marítimos (nudos marineros). Pero quizás las dos cosas que más llaman la atención son una escultura de «Nuestra Señora de las Uvas» –una virgen orientada al Tajo y a quien le oraban los exploradores portugueses para tener buena suerte en sus descubrimientos– y la gárgola de un rinoceronte.

Esta última se debe a un rinoceronte que le regalaron al Rey de Portugal Manuel I desde la India. El animal, desconocido en Europa, adquirió tanta fama que incluso el Papa de por aquel entonces quiso verlo, así que enviaron al rinoceronte en un navío al Vaticano con tan mala suerte que una tempestad acabó con toda la tripulación y con el pobre animal. Ya que estamos, aprovecho para decir que el nombre de arquitectura manuelina se le debe a este monarca, pues fue durante su reinado que brilló este estilo arquitectónico.

En resumen y al igual que en el Monasterio de los Jerónimos, todos los elementos de la Torre de Belém nos trasladan a la época exploradora de Portugal.

Como acabamos antes de lo previsto, decidimos aprovechar la tarde en el centro histórico para verlo con más tranquilidad, así que ponemos rumbo a la Alfama para comer cerca de nuestro apartamento. Nuestras tripas, la mala suerte y la hora (eran las 14:30, un poco tarde para comer en Portugal) se alían para que nos dejemos embaucar por un camarero atrapaclientes que nos ofrece comer bueno, bonito, barato y sin gluten en el Restaurante São Rafael.

Restaurante Sao Rafael (Lisboa): No me explayaré con este sitio porque no nos gustó. Te dicen que sin problema a la celiaquía pero luego no tienen ni idea, y la comida tampoco sabe mucho a comida.

Ya sentados en la mesa, la comunicación sobre la celiaquía se hace imposible, porque me dicen que sí a todo pero se nota que no saben de lo que hablan (para mal o para bien, soy asintomático). Pedimos unas sopas (entrante muy típico de Portugal), pulpo y bacalao; nos lo traen rápido pero los platos tienen textura muy gomosa y con toda la pinta de ser descongelados. Mientras los camareros siguen persiguiendo y atrapando clientes por la calle, leemos TripAdvisor y comprobamos que no somos los únicos engañados, pero ya es tarde. En fin, última vez que comemos sin contrastar reseñas.

Tras superar la decepción gastronómica nos vamos paseando al centro histórico. Hacemos una primera parada en la LIBRERÍA BERTRAND, que descubrimos en el FreeTour y que ostenta el Récord Guinness a la librería más antigua del mundo todavía en funcionamiento. El interior es curioso; hay una pequeña sección de libros en castellano. Si compras un libro te ponen un sello de «librería más antigua del mundo». Nosotros cogimos uno de Lobo Antunes: «Conocimiento del infierno». Abundan libros de Pessoa y de Saramago, ambos autores portugueses muy reconocidos (de este último aprovecho para recomendar «Ensayo sobre la ceguera»).

Al salir reponemos fuerzas con unos cortados en A Brasileira, uno de los cafés más antiguos de Lisboa (1905) que se encuentra cerca de la librería. Al lado del establecimiento hay una ESTATUA DE PESSOA con la que todo el mundo se hace fotos cuanto menos curiosas. Se encuentra en una plaza con bastante ambiente, música en directo, etc.

Regresamos al apartamento, nos duchamos y salimos a cenar. Esta vez no nos engañan: TripAdvisor da luz verde a un establecimiento que nos había llamado la atención por la mañana: Alfama Too.

Alfama Too (Lisboa): En este tampoco estaban especialmente informados en materia de celiaquía, así que decidimos ir sobre seguro y pedir unas tablas de quesos muy ricos y embutido, y un filete de carne con patatas. Recomendable llevar rebanadas de pan Schar para acompañar la cena.

Todo nos cuesta 26,50€. Nos quedamos con ganas de pedir chorizo flameado que tenía buenísima pinta.

En nuestra experiencia, en Oporto estaban más informados que en Lisboa sobre la celiaquía, o quizás solo tuvimos más suerte con los establecimientos. Usando TripAdvisor se pueden buscar restaurantes celíacos con seguridad, pero nosotros íbamos con el tiempo algo apretado y solían ser sitios alejados del centro histórico.

Acabamos el día yendo al «mejor sitio de Lisboa para escuchar Fado» que nos habían recomendado en el FreeTour: A TASCA DO CHICO. Para quien no lo sepa, el fado es un canto popular portugués en el que se tratan temas relacionados con el amor y otras vicisitudes de la vida. Suele ser interpretado por un cantante, una guitarra española y una guitarra portuguesa, que es parecida a un laúd.

Nos habían dicho que hay que ir pronto porque A Tasca do Chico es probablemente el sitio con más prestigio de Lisboa para escuchar fado en directo. Nosotros llegamos sobre las 22 horas y tenemos suerte porque no había cola. Es un sitio pequeño y tiene lo justo: mesas, bancos, sillas, la barra y paredes plagadas de fotografías de fadistas. En ese espacio se hacen hueco los artistas, que tocan tres o cuatro canciones y luego hay un pequeño descanso tras el cual se renueva la clientela (buen momento para pillar mesa) y los fadistas.

Mientras se canta el fado la gente hace el silencio, se apagan las luces y las puertas del local se cierran para evitar que nadie moleste a los artistas; la verdad es que el lugar respira autenticidad y es curioso, pues lo viven con mucha intensidad. La entrada es gratis, aunque si pides algo pagas más por el fado que por el trago: el vino blanco va a 5€ así que no quise preguntar cuánto costaba cenar.

En nuestro turno los guitarristas eran dos chavales jóvenes y el fadista un señor de mediana edad cuya voz ponía la carne de gallina aunque no te guste este tipo de música; luego apareció de las sombras otro cantante que se incorporó a la última canción y se marcaron un dúo que la gente alucinó. A quien le guste el guitarreo, el dueto de cuerda también es una pasada. Como experiencia merece la pena.

Regresamos a nuestro apartamento. Al día siguiente cogeríamos el coche de alquiler para visitar los famosos palacios de SINTRA. Dormimos felizmente sin saber que nos aguardaba lo que conoceríamos como «El día de las inclemencias».

***

>> Palacios en el bosque y el punto más occidental de Europa. SINTRA, tierra de nobles.

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